Acompañada de la gaviota vigía me siento en mi casa de verano, una plataforma de madera a distintos niveles colocada sobre una cetárea que se llena con la pleamar convirtiéndose en la mejor piscina imaginable. También hay acceso al mar por unos escaleras de piedra donde te puedes dejar mecer por el agua. La gaviota y yo vigilamos los barcos que entran y salen del puerto. Y a los cormoranes que se sumergen en el água pescando peces. Me gusta contar hasta que salen, 25 normalmente. Me encantaría poder hacerlo yo también.
Algún día. Me imagino nadando en mi piscina al amanecer o inundar de velas los muros de piedra y nadar de madrugada... A veces me siento en el muro y me dejo llevar por el ritmo de las olas y del agua, siento la brisa, el sol con su luz y su calor y recupero el ritmo de la vida.
No debe de ser sólo mi lugar favorito, se está llenando de vecinos con sus ruidos, como las gaviotas cuando pelean por el mejor sitio...........